
Diferentes miradas sobre un mismo adiós.
Un cruce de caminos. Sentimientos encontrados. Una misma realidad, dos
vivencias, dos transiciones.
Cuando se rompe un vínculo, un sueño, una ilusión, el aliento se contiene y se corta
el hilo que unía la muñeca derecha de su izquierda, dejando sueltas hebras
asimétricas que nunca vuelven a unirse de la misma manera. Ya no hay hilazas que
den continuidad.
Es una soledad que, como vapor de alba, se va disipando según se despierta el día.
Un día donde quizás, no despierta nada, sino que adormece y calla el alma del que se
viene rompiendo en la noche.
Diferentes soledades, lágrimas fatuas que se vuelven charco de laguna. Para acabar
donde comenzaron todos, en un círculo, donde nada acaba y todo comienza, donde
nos engañamos y pensamos que existen diferentes miradas para un mismo adiós.
Donde corremos juntos o separados, alejándonos de la realidad y la nada
compartida.
O quizás, existen infinitos adioses en solo una mirada.Fotografía por María Novo.

